Opinión: Lo local debe reinventarse

Salvador Padilla Villanueva / Politólogo, especialista en cooperación y desarrollo.
Salvador Padilla Villanueva / Politólogo, especialista en cooperación y desarrollo.

Los comicios municipales están a la vuelta de la esquina. Las comunidades designarán este próximo domingo a los encargados de guiar el progreso de sus cantones, una responsabilidad que exige un escrutinio detallado del elector, así como propuestas y candidatos que le despierten el entusiasmo y mejoren su confianza.

Se trata de los líderes y lideresas que desde el ayuntamiento, estarán al frente del espacio más significativo de nuestra vida diaria. Ante tan importante acontecimiento, tanto  partidos como ciudadanos tienen retos sustanciales a los que deberán hacer frente.

El fantasma del abstencionismo que históricamente ha ensombrecido estos procesos  (77,2% en 2002, 76,2% en 2006 y 72,1% en 2010) está nuevamente al acecho. El Programa Estado de La Nación arrojó números igualmente pavorosos: el 56% de los votantes no sufragaron en ninguno de los tres comicios municipales pasados. ¡Así de espeluznante!

¿A qué se debe tal apatía? La crisis generalizada de la democracia representativa, el menoscabo de la confianza en los políticos y la insatisfacción de las demandas sociales, se potencian en unas elecciones históricamente dadas por menos, que se desarrollan entre el desconocimiento de candidatos y poca claridad en cuanto a las funciones de las municipalidades.

Difícil vaticinar cómo se comportará el abstencionismo en estas elecciones de medio periodo. Sin embargo,  se espera que la unificación por primera vez de la elección de alcaldes, regidores y demás cargos de elección popular del medio municipal, junto con la proliferación de nuevos partido locales, traiga mayor movimiento a estos comicios. En esta línea, recientes estudios de opinión son optimistas en cuanto al aumento de la participación (ver estudio CIEP).

Pero el reto trasciende la lucha electoral. En un contexto de desencanto por la política, los partidos deberán atraer al ciudadano. Involucrarlo no solo en los procesos eleccionarios, sino también en los de toma de decisiones, que a diferencia de los primeros, trascienden las banderas y los vítores del día de las votaciones.

La figura de la municipalidad es el brazo más cercano del Estado a la ciudadanía. Curiosamente y como resultado del predominio durante años de visiones centralistas, el ciudadano brinda mayor importancia a las elecciones nacionales, ignorando que las decisiones tomadas en el seno de los gobiernos locales tienen repercusiones directas en su día a día. Muchas de las problemáticas cotidianas de la ciudadanía, no las resuelven el presidente o los diputados, sino sus alcaldes.

La coyuntura actual exige también visiones estratégicas de desarrollo en los alcaldes y sus equipos. Con la reciente aprobación de la primera Ley  Especial para la Transferencia de Competencias N° 9329, que otorga la atención plena y exclusiva de la red vial cantonal a las corporaciones municipales, se les girarán cuantiosos recursos para infraestructura.

Así las cosas, se requerirá más transparencia y rendición de cuentas. Además, madurez política y habilidades de negociación, en lo que podrían ser concejos municipales más fragmentados y diversos.

Los elegidos deberán ser gobernantes locales comprometidos, con proyectos y propuestas serias de política pública en los campos sociales, de seguridad,  movilidad urbana, ambiente, cultura, atracción de empleo, participación ciudadana, entre otras que resultan trascendentales para la construcción de una agenda de desarrollo desde “abajo”.

El costarricense suele ser incisivo en sus críticas a los asuntos públicos, incluidas las problemáticas locales. No obstante, esa agudeza al criticar no se ha traducido en mayor participación  política, necesaria para gestar las transformaciones en nuestros entornos locales.

Con los procesos de descentralización en marcha, los municipios tendrán recursos y competencias como nunca antes. Para sacarles provecho, nuestra concepción e interrelación con lo local deben reinventarse. Participación y compromiso son necesarios para empezar. Un buen primer paso: vencer al abstencionismo este próximo 7 de febrero.

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