Nadador cartaginés en el Río Hudson: «¡Arajo Poseidón! ¿Eso es todo?»

Por una buena causa: junto con Carolina Mora, Rocío Mora y Kurt Niehaus Swim Academy para ayudar al Tiburón Martillo y contribuir con Misión Tiburón Costa Rica.

Una nadada bastante ruda pero muy disfrutada admirando lo escénico de la Gran Manzana. Desde antes de comenzar mi crew me había comentado que estos días nadar acá ha estado lento, que lo mejor era cuidarme la primera mitad y reservar los hombros para el Hudson.

Salimos de Pier A y se observaba la estatua de La Libertad a lo lejos en los primeros metros, luego fuimos subiendo por el East River donde se lograba ver el Empire State, el edificio de la ONU y todos los rascacielos de Manhattan.

Al llegar al Harlem River se encuentra una zona con más vegetación y menos edificios, se ve el tren pasar al lado derecho y todo esto sirve para ir disfrutando la nadada y mantener un ritmo constante.

En esta primera mitad se pasan la mayoría de puentes como el Brooklyn Bridge y el Manhattan Bridge, son 20 en total, por eso se llama «20 Bridges Manhattan Island Swim», los cuales están más cerca del agua de lo que pensaba. Se escuchan los carros, trenes y gente cruzar los puentes, también escucho a la gente corear mi nombre, al menos eso le digo a mi mente para que siga super motivada.

Diego Cantillo tardó cerca de 8 horas en nadar casi 46 km en el Río Hudson en Nueva York. Foto: Diego Cantillo

En el Harlem River se llega a una roca con una gran C del Columbus University y continúo a paso constante y seguro.

¡Boom! Nadie tiene que decirme en donde estamos ¡Llegamos al Hudson! Su envergadura y sus aguas super agitadas lo hacen saber. Me dije a mí mismo: «¡Ahora sí! ¡Sale toro! ¡Güip! ¡Güiip! ¡Güiiiip!» y fue como provocar a Poseidón cuando Ulises le clava una lanza en el ojo al Cíclope, hijo del dios.

El cielo se tornó oscuro y las aguas más movidas, como me habían advertido acá se siente donde la carga va completamente a los hombros, brazos y espalda. Nuevamente provocaba al Dios de las aguas exclamándole: «¡Arajo Poseidón! ¿¡Eso es todo!?» y nuevamente con un grito bajo el agua «¡Güip! ¡Güiip! ¡Güiiiip!» continuaba mi rumbo.

Cruzamos el George Washington Bridge y durante varias horas se mantenía la batalla contra estas aguas turbulentas, era inevitable no sentir mareos pero ansiaba mi llegada a Ítaca(Pier A) y continuaba ofreciendo mis hombros como sacrificio a los Dioses.

Luego, a lo lejos divisaba el Freedom Tower y sabía que mi llegada estaba más cercana. Sentí alivio cuando nuevamente observaba la estatua de La Libertad a la distancia y quedaba muy poco.

En los últimos minutos el cielo se despejó y el cielo se volvió claro, decidí cerrar con fuerza al punto de llegada. Al finalizar el mismísimo dios Poseidón descendió acompañado de sus hipocampos, me entregó una medalla color plata con listón azul y me dijo: «Bienvenido eres en el Olimpo, cenaremos comida de los dioses y brindaremos con buen vino».

Cantillo tiene 33 años, es ingeniero informático y nació en Cartago. Foto: Diego Cantillo

Estuvo rudo, pero pasé super distraído disfrutando esta pasión y enseñándole al cuerpo y mente que no se mandan solos, así son las aguas abiertas de ultra-distancia.

Hay unos que no las están pasando para nada bonito y son los Tiburones Martillo, los cuales están en peligro de extinción. Nos sentimos identificados a esta causa porque muchas veces hemos nadado en Golfo Dulce, un lugar hermoso que es donde nacen los martillitos y se mantienen ahí durante su juventud y ha sido declarado santuario del Tiburón Martillo gracias al esfuerzo de Misión Tiburón por sus investigaciones.

Ojalá de todo corazón puedan colaborar con la causa:

https://www.indiegogo.com/projects/nadando-130-4-km-por-los-tiburones-martillo/

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